Anoche llegué muy
temprano a mi casa con una tristeza que me abrazaba, aferrándose a mi cuerpo y
enganchándose a mis sentimientos, en donde el desanimo invadía cada centímetro
de mi piel cual hojas de otoño sobre la carretera. Confieso que no atinaba cual
era el motivo de ese sentimiento inversamente proporcional a lo que
generalmente soy, mi sonrisa estaba lejos, inalcanzable, la carencia de humor
en mis comentarios era mucho más que perceptible, en definitiva, la sensación
de vacío de un poeta que no tiene ventanas para inspirarse, o de un ave sin la
inmensidad del cielo para emprender su vuelo, estaba en mi. Por un momento
impugné al inconveniente que tuve en mi sitio de trabajo con un cliente,
también intenté culpar al intratable y agotador tráfico de la ciudad, pero a
medida que fueron pasando los minutos, entendía cual era la causa de esta
nostalgia… tu ausencia.